El diseño de oficinas en la actualidad nada tiene que ver con el de otras épocas en las que lo habitual era ver máquinas de escribir o estanterías llenas de papeles, grandes barreras arquitectónicas que separaban los distintos departamentos y, por consecuencia, a los diferentes equipos y mesas escuetas que poco tenían de serviciales.
Bajo esta premisa, a lo largo de las décadas, los grandes magnates de las compañías y las empresas especializadas en la fabricación de mobiliario para oficinas se han dado cuenta de que había una necesidad imperial de realizar una transformación de los espacios y las herramientas de trabajo. La entrada de la era tecnológica también desempeñó un papel fundamental en el cambio de paradigma.
Tanto el mobiliario como la estética de los espacios de trabajo cambiaron de manera notoria. Por un lado, se desterraron los colores sobrios y oscuros, como el gris y marrón, que otorgaban un aspecto frío y serio. Las oficinas se tiñeron de colores vivarachos que transmiten energía y vitalidad, como el rojo, el naranja, el verde entre muchos otros.
Pero sin lugar a duda, lo más significativo de la nueva concepción de espacios de trabajo fue el derribo de los muros que delimitaban un departamento de otro. La entrada de la tecnología convirtió las oficinas en grandes espacios de trabajo, sin barreras físicas que obstaculizaran la comunicación y el libre flujo de información entre unos equipos de trabajo y otro. De tal modo que se afianzó al fin la idea de empresa y remar todos al mismo lado. Los compañeros comenzaron a verse las caras en el trabajo, a convivir, aunque pertenecieran a departamentos distintos dentro de una misma compañía.
La cooperatividad, el trabajo en equipo y la creatividad comenzaron a aflorar gracias a la eliminación de las barreras físicas que se erguían en las oficinas antiguas.
Asimismo, la nueva reestructuración de los espacios y los materiales permitió ofrecer espacios de trabajo más amplios y funcionales, con mesas colaborativas, más amplias y diseñadas para la comodidad de los empleados y, nuevamente, para el trabajo en equipo y cooperativo.
En esta sintonía, nacieron las sillas ergonómicas o sillas de oficina, los reposa manos del ratón, … y una gran variedad de artículos que buscaban el bienestar y la garantía de salud de los trabajadores. Se minimizaron las lesiones de los empleados al tiempo que disfrutaban de un mobiliario más práctico y al servicio de sus necesidades.
Cierto es que, de nuevo la tecnología hizo de las suyas en cuanto a mejorar el aprovechamiento de los espacios del inmueble. El almacenamiento de la información en microchips u ordenadores eliminó la necesidad de contar con estanterías de grandes envergaduras donde se alojaba la documentación relevante, al mismo tiempo que se facilitaba la búsqueda de la información.
También cabe destacar la introducción de nuevos materiales en cuanto a la fabricación del mobiliario para oficinas. La madera ya no es la reina de los muebles, sino materiales mucho más fáciles de mantener, menos pesados y más cómodos; como el cristal y el metal.
Y la colocación de techos más bajos que retienen mejor el calor, de cara a preservar el confort de los trabajadores y con grandes aperturas para que penetre la luz solar en el interior del espacio.
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Ampliamos más información sobre la diferencias entre oficinas antiguas y actuales en esta segunda parte
